ANA CECILIA MUÑOZ VELASCO
-¡Tranquila mamá! No me
secuestraron los extraterrestres o algo por el estilo. Estoy bien, no contesté
las otras 20 llamadas porque no escuche el celular.-
Cuando esto sucede solía
preguntarme qué pasaba cuando ni siquiera existían los teléfonos y los medios
de comunicación no eran rápidos ni masivos. Ahora, al distinguir los periodos
llamados olas analógicamente por Alvin Toffler, comprendo la necesidad de un
nuevo sistema de comunicación que se gestó en la era industrial predominante en
la segunda ola. Digo predominante porque aunque desde los tiempos primitivos
hasta la actualidad la comunicación se mantiene cara a cara, fue en este
periodo en donde la coordinación de un trabajo en muchos lugares, a través del
tiempo y del espacio requirió de canales que se inventaron para una utilidad
social.
Se fueron inventando
uno tras otro canal de forma imaginativa puesto que era una novedad por ejemplo
para el siglo XIX la aparición del teléfono y el telégrafo. Aún así quedaban
vacíos de eficiencia o tiempo, puesto que el teléfono aunque transmitía el
mensaje rápidamente no llegaba a muchas personas y lo que pasaba con el
servicio postal era lo contrario. Los vacios se llenaron de medios de
comunicación en masa como el periódico. Este es considerado el cuarto poder por
sus funciones de informar, promover, entretener como las más destacadas; es uno
de los medios que persiste desde su aparición en físico y ahora en virtual. Pero
los canales de comunicación que tenemos no siempre fueron de fácil acceso a
todas las personas que quisieran, de hecho hubo una exclusividad de los ricos y
poderosos con fines de control social como una arma de elite.
De esta manera el
progreso de la comunicación permitió movimientos masivos de información con
fines productivos, sin embargo cada vez las invenciones de maquinas con
funciones avanzadas que facilitan la vida del ser humano, según es la ideología
de las grandes compañías fabricantes de estas, tiene cuestiones negativas que
no se presentan de manera evidente. Lo perjudicial que resulta entrar en ese
“mundo avanzado” de la tecnología, puesto que afecta psicológica y físicamente
a las personas quienes se convierten en esclavos de un objeto.
Ahora mamá, ¡ya ves que
por lo menos tengo el privilegio de que me llames para saber si fui
secuestrada!