La economía como un campo de estudio de las personas,
examina lo que impulsa a los seres humanos a hacer lo que hacen, y se detiene a
estudiar cómo reaccionan cuando se enfrentan a la dificultad o al éxito, nos brinda también, herramientas
estadísticas y teóricas para la solución o superación de un problema.
En un sistema capitalista bastante acogido a nivel mundial,
donde las relaciones económicas y sociales se reglan por contrato y los hombres
se comportan como agentes libres en la búsqueda de sustento o bienestar
individual, evidenciamos de manera clara la fragilidad del sistema debido a que
está dirigido al enriquecimiento personal, es decir, la mayoría de las personas
y en especial el hombre capitalista, ve en el amasar capital, un motivo
dominante de actividad económica y poder sobre los demás –sería una gran
mentira afirmar lo contrario- generando así, una lucha constante por la meta de
tener más que el otro o simplemente una vida de total comodidad o
reconocimiento, que en muchas ocasiones ni siquiera logra saciar o cubrir la
concepción personal de felicidad de cada uno de nosotros.
Con todo lo anterior quiero introducirlos en la triste y
tediosa problemática de la mala organización empresarial que desde tiempos
inmemorables se ha dado en los países “tercermundistas” -que en realidad no
deberíamos mencionarlos de ese modo- en los inicios de los sistemas económicos
establecidos a interior de estos (en mayor medida el Capitalismo) y del
estafador ingenio de muchos en busca del enriquecimiento de las instituciones,
fabricas, o monopolios que con sus inmensas ganancias, apocalípticos métodos que
usan para obtenerlas o los absurdos fines en que las gastan, –no sé ni qué es
peor- en la mayoría de los casos no generan un beneficio conjunto sino lo
contrario.
No bastan los dedos de una persona para enumerar la
cantidad de países que están bajo la estafa, regímenes, o modos de producción
aplicados de la peor manera en sus sistemas económicos para evidenciar la
carencia de desarrollo comercial o económico en estas zonas, y es que muchos de
aquellos países tienen todas las capacidades -me refiero, (por supuesto) a la
abundancia de uno o varios recursos- para saltar a la competencia mundial y elevar
sus economías a niveles nunca vistos, y es que la culpable es la ya famosa y
calamitosa “Paradoja de la abundancia” que en República democrática del Congo de
manera más obvia no puede verse: me explico; este país es bastante rico en
distintos tipos de minerales (diamantes, bauxita, oro, cobre, cobalto, estaño y
más), es la segunda economía africana y su principal pilar es la minería -sobra
decir por qué- , además de esto es el
país con más bosques en todo el continente y el sector maderero también es
importante, pero, la falta de empresas serias e intervención del estado, hacen
que el sector informal sea tan extenso que lleva a que Republica democrática
del Congo no tenga ingresos para invertir dentro de él y sea uno de los países más
pobres del mundo, la carencia de educación por falta de recursos lleva a la
corrupción y ésta al no desarrollo de la sociedad, lo dicho anteriormente a
final de cuentas se convierte en un círculo vicioso difícil de destruir. De
igual forma encontramos a Mozambique, en
este país más del 45% de sus tierras son más que aptas para el cultivo, y
alrededor de 4,2 millones de sus habitantes se desempeñan en esta labor, pero
ni siquiera se encuentra dentro de los países más productores de siquiera un
cereal y en donde la población agrícola (como raro), se encuentra en exagerada
desigualdad de ingresos en relación con la población urbana, no existen
políticas tampoco en contra de la monopolización, lo que no genera libre
comercio ya que la mayoría de los sectores productivos están ocupados.
Situación similar ocurre con Venezuela y Nigeria.
Ahora, ¿cómo es posible que Nueva Zelanda, un país con la
mitad del terreno de Mozambique, un par de islas montañosas con menos de 1/5 de
la población del país protagonista pueda tener una economía tremendamente
exitosa basada en la ganadería y agricultura? Muy simple
organización-emprendimiento, han sabido aprovechar muy bien su mano de obra y
además, el estado neozelandés usa de manera muy efectiva los recursos
provenientes de sus exportaciones ganaderas y agrícolas, su IDH es uno de los
más altos del mundo y aunque no solo es eso, no me voy a extender ni a
dedicarme a elogiar a esta economía.
Tal como indica el “Modelo de dotación de factores”; el desarrollo
de una sociedad estará centrado en aquel “Factor de producción” sea su eje.
Pero, nada de esto puede tener el resultado teóricamente a esperar si no hay
una buena organización empresarial, ésta, que nos brinda la capacidad de
gestionar los recursos de la mejor manera pero que pide como requisito un buen
análisis y razonamiento, -que hoy en día parece haber naufragado en un mar de
distracciones- está íntimamente relacionada con el emprendimiento.
A diferencia de Venezuela, Rusia, Arabia Saudita, o Brasil;
países como Japón (gran exportador de maquinaria y equipo científico), Alemania
(poseedor de la gran industria automotriz), Singapur (potencia manufacturera y
electrónica), Suiza (el pequeñito banco mundial) y otros, están dentro del
conjunto de naciones que no poseen esa gran cantidad de recursos naturales,
pero , junto con sus políticas y
estrategias, aprovechan su fuerza laboral e intelectual al máximo para
consolidar o tratar de la mejor manera llegar al ideal de una economía
“fuerte”.
Entonces, ¿solo pueden existir países con avances
económicos y economías “fuertes” sin gran cantidad de recursos naturales, donde
solo se aproveche el factor de producción trabajo? La respuesta a esta pregunta
desde mi punto de vista es negativa, y por dos simples ejemplos:
Botsuana (territorio ridículamente rico en diamantes y
otros minerales, pero con el 70% de su extensión cubierta por desierto) que
aunque suene raro –ya que por alguna extraña razón , es insólito pensar que una
economía africana pueda ser hasta mejor que una latinoamericana- ha
evolucionado en el apartado económico de manera gigante gracias a políticas
fiscales responsables, pero donde el mayor éxito de su economía se ha
construido a partir de un acertado uso de las ganancias procedentes de las
minas de diamantes que deja en claro la teoría expuesta anteriormente.
También esta Catar, un país con una extensión muy similar a
la del departamento de Sucre en Colombia, pero mundialmente reconocido por exportar
de petróleo y gas natural como si no hubiera mañana, donde el estado se ha
encargado de sacar provecho de sus
exportaciones de una manera exorbitante que en 60 años ha logrado impulsar y
potenciar su economía interna (que desde los años 30 solo veía pescado y
perlas) de manera tan grande que se iguala a la de otros países estrella como
la de Emiratos Árabes.
Creo que con la contextualización anterior damos cuenta de
la importancia de la organización empresarial y todo lo que esta implica para
el desarrollo económico, considero que sería un delito ser capaz de obviarla.
-Adrián Jiménez
2016