lunes, 1 de junio de 2015

Colombia y la actual situación coyuntural


                                                                              Andrés José Morales Pantoja

Con la firma del tratado de libre comercio con Estados Unidos hemos firmado nuestro harakiri. Las consecuencias del acuerdo ya están siendo observadas y aun no se ha consumado por completo. Sin duda el “gigante de américa” lleva las de ganar, su poder de negociación es innegable y las promesas con las cuales se respaldó el acuerdo son ya ilusiones imposibles de alcanzar.
En este tipo de acuerdos, como es prudente, se brinda cierto tiempo al país menos favorecido para que fortalezca su aparato productivo y pueda competir en mejores condiciones con el país más fuerte, por esto los aranceles para la importación de bienes de capital son reducidos mientras para otro tipo de bienes su arancel se reducirá paulatinamente.
La situación parece loable sin embargo lo que sucede casi siempre es que países como estados unidos en ese mismo lapso de tiempo mejorara aún más su aparato productivo dejando así al país nuevamente en condiciones más favorables con respecto a los otros. Además al requerir grandes inversiones para adquirir los bienes de capital competitivos, solamente empresas suficientemente robustas podrán beneficiarse de esta fase del acuerdo. El tratado entonces es desequilibrado.
Los primeros efectos del tratado con la potencia ha sido su imponente poderío en el sector alimenticio, registrando en éste un golpe muy fuerte a productos esenciales en nuestra canasta familiar como lo es el trigo, el arroz y demás cereales. Al no tener las condiciones suficientes, ni el apoyo del gobierno para defenderse de la fuerte abatida, los resultados no podrían ser diferentes.
El plan de desarrollo para los próximos años plantea seguir la misma ruta de siempre: depender de la exportación en volumen de materias primas principalmente de hidrocarburos, esperando que el precio del petróleo se estabilice; seguir perdiendo sectores industriales pues se verán más afectados por el desarrollo del tratado y con la posterior firma de otros que impactaran sin duda a nuestra impotente economía.
A manera de ejemplo para que veamos la dependencia de la economía colombiana con las grandes potencias, específicamente con estados unidos, por la caída del precio del petróleo se avizora un año difícil pues los ingresos no se recibirán en la misma proporción que antes. Al no tener otras alternativas de consecución de ingresos, ya que la industria del país es demasiado pobre y el gobierno no ha hecho mucho para que sea uno de los pilares económicos colombianos, una de las maneras como ha decidido resolver el gran problema es realizando una reforma tributaria aumentando así la tributación que de por sí ya es alta, esto ha traído consigo importantes consecuencias por ejemplo desincentivar nuevas inversiones y las pocas que quedan están migrando a países más atractivos como México que registra mejores posibilidades de rentabilidad.
Recientemente se ha anunciado un plan para reactivar la economía, como solución para palear el difícil año, el plan se financia principalmente comprometiendo recursos de los próximos años. Si los efectos del plan no se consiguen, la esperanza de crecimiento por encima de las posibilidades queda desechas y tendrán repercusiones muy fuertes en los siguientes años que además de no aumentar la productividad, el endeudamiento se incrementara para subsanar el déficit fiscal que se presentara. La situación será peor.
Con este panorama se prevé que seguiremos siendo el país de las materias primas, pero ahora más baratas; seguiremos siendo un país desindustrializado, sin mejoras tecnológicas, obsoleto, endeudado y con problemas sociales de inequidad aún más profundos.


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