martes, 21 de marzo de 2017

Población, crisis y capitalismo.

Valentina Ruiz


Debemos analizar la pobreza y la desigualdad que afecta a diversas sociedades a nivel mundial, en muchos casos producidas por la globalización neoliberal y la expansión de las tecnologías de la información, aspectos que  han transformado la  organización en regímenes económicos hegemónicos, plasmados en las consecuencias sociales de la lógica capitalista.
Es decir, que en centradas ideas; el capitalismo neoliberal enfrenta en la actualidad una crisis general que obliga a la humanidad a escoger entre seguir otorgando primacía a los intereses del capital o poner en el centro la necesidad de mejorar sustancialmente las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de la población y de garantizar la reproducción de la vida humana en simbiosis con su entorno planetario. 
Así mismo, el análisis objetivo  de la crisis contemporánea está ligado a preservar al capitalismo y a rescatar a los grandes centros de este.
La visión dominante presenta a la globalización como un fenómeno de alcance mundial inapelable, sin alternativas, el cual debe asumirse como un reto, que requiere  abrir los mercados, ofreciendo condiciones idóneas para la inversión extranjera y afrontar la competitividad; es entonces donde el Estado debe generar un campo favorable a los negocios, especialmente  a las grandes corporaciones; disminuyendo el costo de la fuerza de trabajo, transfiriendo recursos públicos al sector privado e implementando una estrategia de venta de la ciudad y el territorio, donde primen los intereses del capital y no como debería ser el caso, los de la población. 
Desde mi perspectiva se trata no sólo de una crisis de valorización sino también del hecho que las bases económicas, sociales y ambientales que le dan sustento al capital, estén supremamente deterioradas. Se puede plantear como una crisis de la estrategia en la reestructuración y expansión neoliberal, de modo que exhibe una de las principales contradicciones del sistema: la sobreproducción, Ya que al generar una enorme capacidad de producir, al expandir la órbita del mercado y la privatización; también se desata la explotación laboral y la devastación ambiental; es decir, lo que se ha logrado se ha hecho a costa de deprimir los salarios, desmantelar la economía de subsistencia y  cancelar los apoyos a la economía social.
 El resultado de todo esto ha sido un deterioro del consumo masivo, consecuencia del abaratamiento laboral, la proliferación del crédito masivo y una abundancia de mercancías sin compradores. Pero más aún, el afán de ampliar los márgenes de ganancia ha deteriorado las condiciones materiales de vida y trabajo, llegando al punto en que la vida humana es catalogada como un recurso o mercancía desechable.
Cabe aclarar, que no se trata de cargar con tintes apocalípticos el análisis de la compleja realidad mundial que abarca a las sociedades, sino que la intención es indagar sobre la encrucijada que nos plantea la crisis civilizatoria: o seguimos trabajando en pro de los intereses del capital con toda su avalancha depredadora o planteamos alternativas sociales para garantizar la reproducción de una vida realmente digna.
En síntesis, debemos replantearnos la situación en la que nos sumergen las decisiones tomadas por aquellos pocos que tienen el poder en sus manos y que realmente no van tras otra cosa que no sea su mantenimiento en la parte superior de la pirámide del modo capitalista que rige el modelo de vida que muchos llevamos en la actualidad.






Referencias bibliográficas:
Teoría del desenvolvimiento económico. Una investigación sobre las ganancias, capital, crédito, interés y ciclo económico, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1997.

Tiempo, realidad social y conocimiento, Sergio Bagu, siglo XXI editores, 1932.

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