Valentina
Ruiz
Debemos
analizar la pobreza y la desigualdad que afecta a diversas sociedades a nivel
mundial, en muchos casos producidas por la globalización neoliberal y la
expansión de las tecnologías de la información, aspectos que han transformado la organización en regímenes económicos
hegemónicos, plasmados en las consecuencias sociales de la lógica capitalista.
Es decir, que en centradas
ideas; el capitalismo neoliberal enfrenta en la
actualidad una crisis general que obliga a la humanidad a escoger entre seguir
otorgando primacía a los intereses del capital o poner en el centro la
necesidad de mejorar sustancialmente las condiciones de vida y trabajo de la
mayoría de la población y de garantizar la reproducción de la vida humana en
simbiosis con su entorno planetario.
Así mismo, el análisis objetivo de la crisis contemporánea está ligado a
preservar al capitalismo y a rescatar a los grandes centros de este.
La visión dominante presenta a la globalización como un
fenómeno de alcance mundial inapelable, sin alternativas, el cual debe asumirse
como un reto, que requiere abrir los
mercados, ofreciendo condiciones idóneas para la inversión extranjera y
afrontar la competitividad; es entonces donde el Estado debe generar un campo favorable
a los negocios, especialmente a las
grandes corporaciones; disminuyendo el costo de la fuerza de trabajo,
transfiriendo recursos públicos al sector privado e implementando una
estrategia de venta de la ciudad y el territorio, donde primen los intereses
del capital y no como debería ser el caso, los de la población.
Desde mi perspectiva se trata no sólo de una crisis de
valorización sino también del hecho que las bases económicas, sociales y
ambientales que le dan sustento al capital, estén supremamente deterioradas. Se
puede plantear como una crisis de la estrategia en la reestructuración y
expansión neoliberal, de modo que exhibe una
de las principales contradicciones del sistema: la sobreproducción, Ya que al
generar una enorme capacidad de producir, al expandir la órbita del mercado y
la privatización; también se desata la explotación laboral y la devastación
ambiental; es decir, lo que se ha logrado se ha hecho a costa de deprimir los
salarios, desmantelar la economía de subsistencia y cancelar los apoyos a la economía social.
El resultado de todo
esto ha sido un deterioro del consumo masivo, consecuencia del abaratamiento
laboral, la proliferación del crédito masivo y una abundancia de mercancías sin
compradores. Pero más aún, el afán de ampliar los márgenes de ganancia ha
deteriorado las condiciones materiales de vida y trabajo, llegando al punto en
que la vida humana es catalogada como un recurso o mercancía desechable.
Cabe aclarar, que no se trata de cargar con tintes apocalípticos el análisis de
la compleja realidad mundial que abarca a las sociedades, sino que la intención
es indagar sobre la encrucijada que nos plantea la crisis civilizatoria: o
seguimos trabajando en pro de los intereses del capital con toda su avalancha
depredadora o planteamos alternativas sociales para garantizar la reproducción
de una vida realmente digna.
En síntesis, debemos replantearnos la situación en la que nos
sumergen las decisiones tomadas por aquellos pocos que tienen el poder en sus
manos y que realmente no van tras otra cosa que no sea su mantenimiento en la
parte superior de la pirámide del modo capitalista que rige el modelo de vida
que muchos llevamos en la actualidad.
Referencias
bibliográficas:
Teoría
del desenvolvimiento económico. Una investigación sobre las ganancias, capital,
crédito, interés y ciclo económico, Fondo de Cultura Económica, México, D.F.,
1997.
Tiempo, realidad
social y conocimiento, Sergio Bagu, siglo XXI editores, 1932.
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