A
veces se piensa que la reforma tributaria es de este año, que los congresistas
de este país por primera vez cambiaron o aumentaron los impuestos, pero no es
así, ya se había hecho, ya habían subidos los impuestos, aunque divulgando todo
lo contrario a lo realizado, un candidato llego al gobierno dos veces
consecutivas. Pero ¿cómo es que sea
venido dando tanta reforma tributaria?
En el año 1897,
bajo el gobierno del presidente José Manuel Marroquín, recopila Alfredo Lewin
Figueroa en su texto fundamentos de la tributación, como se iniciaba la primera
reforma al tributo y se aumentaba el impuesto al tabaco, fosforo y cigarrillos.
Pero no se quedaron atrás otros presidentes electos, como Alfonso López
Pumarejo que sanciono la ley 78 1935, la ley 19, la ley 45 de 1942 y la ley 35
de 1944, dando paso a la creación del impuesto al exceso de utilidades, al
patrimonio, el aumento de las tarifas del 1% al 22%. Otros
presidentes hacían reformas, pero no tan consecutivas como Gustavo Rojas Pinilla
en 1956 con el impuesto a la renta consecutiva, como escape a los bajos precios
del café. O Alberto Lleras Camargo en 1960, en 1961, en 1966, en 1967,
introduciendo renta sobre la propiedad rural, la tasa de retención en la fuente
del 10%, el impuesto a la gasolina y al ACPM, o como Álvaro Uribe, más contemporáneo, que por
decreto 1838 declaro estado de conmoción interior y creo un impuesto en pro de
“preservar la seguridad democrática”, en el año 2002. En el mismo año por ley
788 creo la sobretasa a los contribuyentes, creo tarifas diferenciales del IVA,
y en el 2003 por ley 863 creo el impuesto al patrimonio poseído, con otros
pormenores y detalles.
Aunque
todo no fue negativo, pues la investigación de Lewin, deja ver como Belisario
Betancourt en 1985 por ley 55, exonero de la obligación de declarar renta a la
mayoría de asalariados y en algunas ocasiones dadas las condiciones del país,
el gobierno se vio en la obligación de generar subsidios y excepciones de pago
de tributos.
En
otras palabras, la producción se ha encontrado con variaciones, unas veces con más
tributos, otras veces con menos. Por ejemplo, hoy
en día hay 860 empresas en los territorios francos del país, que han hecho
inversiones por $39 billones, pero no son estables sus condiciones, dado que la
reforma tributaria les aumentara el impuesto de renta, las firmas en estas zonas
pagan el 15% de renta y el impuesto pasaría al 22 %, según un artículo del
periódico El País.
Por
otra parte, estudios económicos realizados por Ultrasefinco y Cienfi, revelan
que mantendríamos posiblemente el grado de inversión, con lo que se evitaría un
encarecimiento del endeudamiento del país y calmaría los mercados
internacionales. Es lo que el gobierno manifiesta a través de sus
representantes, donde inciden en aumento de tributos para obtener nuevos
recursos y aumentar el presupuesto nacional, dando paso a nuevas obras, nuevos
programas y a cubrir déficit de planes o dependencias. Lo que se presume es la
mejor opción, pero ¿será apropiado ajustar el tributo para los nuevos planes
gubernamentales?, será que el dinero recaudado con los nuevos agravantes
llegará al destino propuesto o se quedará en las amplias cuentas de
contratistas y corruptos, que aprueban las reformas, que hacen las leyes y que
han sido elegidos para representar las necesidades de las comunidades, pero sus
acciones solo los lleva a mejorar su calidad individual de vida y la de sus
familiares. Las reformas deberían darse en una cuantía mínima o en su menor
expresión, pero siempre y cuando el presupuesto nacional no se viera usado para
fines desconocidos.
CRISTIAN ANDRES SÁNCHEZ BRAVO
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