lunes, 11 de mayo de 2015

El gran fracaso de la crisis

12 Ene 2013 - 11:00 pm

El gran fracaso
Por: Paul Krugman
Otra vez esa época: la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Economía y afiliadas, una especie de feria medieval que funge como mercado para organismos (doctores recién egresados en busca de empleo), libros e ideas. Y este año, como en reuniones pasadas, hay un tema que domina las discusiones: la crisis económica en curso.
No es así como se suponía que deberían ser las cosas. Si se hubiera encuestado a los economistas que asistimos a la reunión hace tres años, de seguro que la mayoría habría pronosticado que para ahora estaríamos hablando de cómo había terminado la gran crisis y no por qué todavía continúa.
Entonces, ¿qué salió mal? La respuesta, principalmente, es el triunfo de las malas ideas.
Es tentador argumentar que los fracasos económicos de los últimos años demuestran que los economistas no tienen las respuestas. De hecho, la verdad es peor: realmente, la economía estándar ofreció buenas respuestas, pero los dirigentes políticos —y demasiados economistas— eligieron olvidar o ignorar lo que debieron haber sabido.
La historia, en este momento, es bastante directa. La crisis financiera llevó, a través de diversos canales, a una caída drástica en el gasto privado: la inversión doméstica se desplomó a medida que reventó la burbuja de la vivienda; los consumidores empezaron a ahorrar más conforme se evaporó la riqueza ilusoria creada por la burbuja, mientras persistía la deuda hipotecaria. Y esta caída en el gasto privado llevó, inevitablemente, a una recesión mundial.
Ya es que la economía no se parece a un hogar. Una[IC1]  familia puede decidir gastar menos y tratar de ganar más. Sin embargo, en la economía en su conjunto, el gasto y los ingresos van juntos: mi gasto es su ingreso; su gasto es mi ingreso. Si todos tratan de recortar el gasto al mismo tiempo se desploman los ingresos y aumenta el desempleo.
Entonces, ¿qué se puede hacer? Un impacto financiero más reducido, como la quiebra del punto como a finales de los 1990, se puede abordar reduciendo las tasas de interés. Sin embargo, la crisis de 2008 fue mucho mayor e, incluso, la reducción de las tasas hasta cero no fue para nada suficiente[IC2] .
En ese momento los gobiernos necesitaron intervenir gastando para apoyar a sus economías, mientras que el sector privado recuperaba su balance. Y, hasta cierto punto, sí sucedió: los ingresos cayeron drásticamente en la crisis, pero el gasto aumentó en realidad conforme se expandieron programas como el seguro por desempleo y entró en vigor el estímulo. Aumentaron los déficits presupuestarios, lo cual, en realidad, fue bueno, probablemente la razón más importante por la cual no tuvimos una completa repetición de la Gran Depresión[IC3] .
Sin embargo, todo salió mal en 2010. La crisis[IC4]  en Grecia se tomó, equivocadamente, como un signo de que sería mejor que todos los gobiernos recortaran de inmediato el gasto y los déficits.
La austeridad se convirtió en la orden del día, y supuestos expertos que debieron ser sensatos aclamaron el proceso, mientras que se ignoraron las advertencias de algunos economistas (pero no los suficientes) en cuanto a que la austeridad arruinaría la recuperación[IC5] . Por ejemplo, el presidente del Banco Central Europeo afirmó con confianza que “la idea de que las medidas de austeridad podrían disparar el estancamiento es incorrecta”. Bueno, alguien estaba equivocado, está bien.
De los ensayos presentados en esta reunión, probablemente la mayor inspiración provino del de Olivier Blanchard y Daniel Leigh, del Fondo Monetario Internacional. Formalmente, el ensayo sólo representa los puntos de vista de los autores; pero Blanchard, el principal economista del FMI, no es un investigador común, y se ha tomado ampliamente como un signo de que el Fondo volvió a plantearse la política económica.
Ya que el ensayo no sólo concluye que la austeridad tiene un efecto depresor en las economías débiles, sino que el efecto adverso es más fuerte de lo que antes se creía. El giro prematuro hacia la austeridad, resulta ser, fue un terrible error.
He visto algunos reportajes en los que se describe el ensayo como una admisión del FMI de que no sabe lo que está haciendo. Eso es no entender; de hecho, el Fondo fue menos entusiasta de la austeridad que otros de los grandes actores. Al grado en el que dice que estuvo equivocado, también dice que todos los demás (excepto esos economistas escépticos) se equivocaron todavía más. Y merece que se le reconozca su disposición a replantear su posición a la luz de la evidencia.
Las noticias realmente malas son cuan pocos de los otros actores hacen lo mismo. Los dirigentes europeos, habiendo creado un sufrimiento en el mismo rango de una depresión en los países deudores, sin restablecer la confianza financiera, todavía insisten en que la respuesta es todavía más dolor. El actual gobierno británico, que eliminó una recuperación prometedora al recurrir a la austeridad, se niega completamente a considerar la posibilidad de que haya cometido un error.
Y en Estados Unidos los republicanos insisten en que usarán la confrontación por el techo de endeudamiento —una acción profundamente ilegítima en sí misma— para demandar recortes al gasto, lo que nos llevaría de vuelta a la recesión.
La verdad es que acabamos de experimentar un colosal fracaso de la política económica, y son demasiados los responsables de ese fracaso que conservan el poder y se niegan a aprender de la experiencia.
* Premio Nobel de Economía 2008








  


10 Mar 2013 - 1:00 am

Las deformaciones de la economía
Por: Eduardo Sarmiento
Desde hace un quinquenio la economía evoluciona dentro de una gran inestabilidad.
El país ha experimentado un debilitamiento sistemático de la industria y la agricultura, así como de la balanza de pagos, subsanado con explosiones de crédito y burbujas de acciones y vivienda.
Desafortunadamente, esta estructura no ha recibido la mayor atención, se ha enfrentado con excusas y no se ha actuado en concordancia. En los últimos años se bajaron los aranceles de la industria del 12 al 7%, proliferaron los TLC y se mantuvo la revaluación del tipo de cambio. Al final de 2012 se replicaron las cifras de la apertura. En diciembre las exportaciones totales descendieron 10% y las manufacturas 25%, las importaciones de alimentos subieron 35% y los bienes no elaborados internamente bajaron.
La economía es víctima de la combinación de errores anteriores y de las condiciones externas. El abaratamiento de las importaciones ha adquirido la forma de enfermedad holandesa que devasta la industria y la agricultura. El país se ve abocado al desmantelamiento de las actividades emblemáticas del café, los lácteos, las flores, las confecciones, la metalurgia y ahora, con el TLC de Corea, seguirán los automóviles y las actividades metalmecánicas.
Los estragos van más allá de la enfermedad holandesa. El mal desempeño de la producción no genera la devaluación que reactive la producción y equilibre la balanza de pagos. Al contrario, lo que se tiene es una revaluación que amplía el déficit en cuenta corriente y acentúa la caída de la producción. En la actualidad, el déficit en cuenta corriente asciende a 3,5% de PIB y si se resta la mejoría de los términos de intercambio por la elevación de los precios de los productos básicos, la cifra en términos reales podría alcanzar el 7% del PIB.
Esta situación corresponde a un desequilibrio que no es susceptible de corregirse con las terapias convencionales. La política monetaria expansiva no funciona porque la tasa de interés no se puede colocar por debajo de cero y la política fiscal contractiva porque acentúa la recesión. La solución sólo se puede lograr mediante la intervención en los mercados adquiriendo las divisas a un valor predeterminado y limitando los ingresos de la inversión extranjera.
El modelo económico colombiano se fundamentó en el libre mercado, el motor de la minería y la prioridad a la inflación sobre cualquier otro objetivo. Sobre estas bases, el país confió el desarrollo en el abaratamiento de las importaciones y hoy está recogiendo lo que sembró. La producción se concentra en la minería y los servicios, la mayor parte del consumo industrial y agrícola se adquiere abaratado en el exterior y el déficit en cuenta corriente significa un producto nacional muy inferior al gasto. La economía entró en un sendero de crecimiento de 3%, desempleo de dos dígitos y desigualdades crecientes.
La resistencia a reconocer la realidad y rectificar ha llevado a introducir acciones puntuales y efectistas que no resuelven las falencias estructurales. El país tendrá que construir un nuevo modelo: alinear el comercio internacional con el interés público, priorizar los sectores, con la industria a la cabeza, de acuerdo con sus vínculos internos y externos, y su contribución a la producción y el empleo, así como idear una macroeconomía que concilie el crecimiento económico y la balanza de pagos.



 [IC1]Explique Usted, acorde a lo visto en clase,  cómo funciona “ mi gasto es su ingreso, su gasto es mi ingreso”

 [IC2]¿qué esperaban ocurriera en la economía norteamericana con una reducción en la tasa de interés? Explique cómo se puede desarrollar esta política económica y cuáles sus resultados esperados?
 [IC3]Explique en términos de política económica porque esta crisis no fue una repetición de la Gran Depresión?

 [IC4]¿Cuál fue el impacto para la economía norteamericana, la crisis en Grecia en el 2010?
 [IC5]Explique de acuerdo a la política económica cómo la austeridad puede arruinar la recuperación en la crisis económica?

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