lunes, 17 de abril de 2017

Precarización del trabajo



                                                                                                                                         Oscar Moreno

Durante las primeras formas de organización, el trabajador había desempeñado un rol mucho más importante que el de un simple empleado dentro de una empresa, es mas era visto como un miembro de una gran familia, donde se le garantizaba el bienestar no solo suyo, sino el de su familia también. Este tipo de obrero que por un salario cumple una función mecánica o ejerce un trabajo simple, a lo cual Marx había denominado el gasto de la simple fuerza de trabajo, que cualquier persona posee en su organismo sin necesidad de educación, sufre, a partir de la tecnificación del trabajo.
El gran auge que ha tenido la tecnología y la creciente automatización en el campo laboral, ha traído consigo cambios en las formas de organización, pues el capital se mueve a grandes velocidades, lo cual exige nuevas condiciones de producción y reproducción, esto trae consigo otras maneras de trabajo.  Es así como la brecha de desigualdad salarial se va ampliando en la medida que las organizaciones empiezan a regirse por un modelo más jerárquico, pues los salarios de los niveles directivos altos se desarrollan rápidamente, mientras que los salarios más bajos reducen sus niveles, así como lo demuestra el siguiente dato: “en 1994 el director general una de estas empresas ganaba 187 veces más que un obrero” (Mejia Jiménez M, Educaion(es) en la(s) globalizacion(es). p47).
De esta manera suscitan otras formas de trabajo, como lo es el trabajo independiente, el cual entra a un mercado donde debe prestar el mejor servicio al más bajo costo. Además debe realizar el mismo trabajo que realizaba antes, pero sin las mismas seguridades y sin las debidas condiciones para llevarlo a cabo, ya que no cuenta con los derechos sociales que lo protejan (prestaciones, salud, primas). “Los trabajos fijos son sustituidos por modalidades de trabajo temporal o por tiempos parciales” (Mejia Jiménes M, Educaion(es) en la(s) globalizacion(es). p48), este caso es muy evidente en nuestro país, pues a raíz del trabajo independiente es que se ha generado otra problemática, como lo es la invasión de los espacios públicos, precisamente por los vendedores ambulantes, que al no tener otras alternativas de trabajo optan por salir a las calles, exponiendo muchas veces su seguridad por granarse el sustento de día, sin que esto garantice satisfacer sus necesidades básicas.
Ahora bien, el desplazamiento que ha sufrido el trabajador desde que se llevó a cabo la implementación de la tecnología en la producción, ha sido caótica, pues el reemplazo de la mano de obra por una maquina automática, no solo evade los costos en la contratación de la fuerza de trabajo, sino que genera un inmenso desbalance en los ingresos de la clase obrera, ya que su forma de subsistencia se está viendo amenazada por el impacto de la tecnología en la ocupación de cargos, que anteriormente era ejercida por la mano de obra.
Un claro ejemplo de este fenómeno son los expendios de alimentos en los grandes países desarrollados, en el cual se puede observar cómo la tecnificación del trabajo ha logrado prescindir del trabajador que anteriormente cumplía con dicha función, claro está que para los intereses capitalistas, desde la contratación, hasta el sostenimiento de la mano de obra le resultaría mucho más costoso, que instalar una máquina que masificara la reproducción a menos precio.
Es en este punto donde se debería reflexionar acerca de las consecuencias que esto le está generando a la humanidad, una de estas puede ser el incremento de la población desempleada, pues al reemplazarse la mano de obra por máquinas automáticas, la clase trabajadora sufre un gran desplazamiento hacia un mundo laboral que poco o en nada garantiza el sostenimiento  ni mucho menos una estabilidad económica.
De esta manera se puede evidenciar uno de los fenómenos surgidos a partir de la globalización, en este caso el de la precarización del trabajo, pues a raíz de la tecnificación del trabajo, muchas personas fueron desplazadas de sus empleos, obligándolos en muchas ocasiones a tomar decisiones equivocadas, tales como dedicarse a las actividades ilícitas y el aumento de la delincuencia, situación que es más frecuente de lo que se desearía, pues no solo se trata de desempleo sino también de la marginación y los altos índices de violencia y delincuencia. Estos casos son muy comunes en nuestro contexto, pues a diario somos testigos de las problemáticas sociales alrededor del desempleo y falta de oportunidades que tenemos, los frecuentes robos y los altos niveles de violencia que cada vez se hacen más frecuentes, no son más que efectos de un sistema capitalista, que pone por encima los intereses económico de los realmente importante, los humanos, pues “hombres y mujeres son desempleados en potencia, precarizados, temporales, en una dinámica de trabajo e ingresos discontinuos que aumenta la incertidumbre de la sobrevivencia” (Mejia Jiménez M, Educaion(es) en la(s) globalizacion(es).  p53)
Estos elementos centrales del capitalismo, conceden la concentración de la riqueza producida por las maquinas, olvidando los principales planteamientos que defendían el bienestar del trabajador, tales como el salario pleno y la redistribución de la riqueza. En ese sentido las desigualdades sociales desatan una lucha entre los privilegiados de esta globalización y los menos favorecidos. Luchas que han sido precursoras de desigualdad y discriminación entre las clases sociales, abriendo brechas de desigualdad cada vez más amplias, debido a la concentración y/o mala distribución de las riquezas entre la clase obrera y la élite.
Es por lo anteriormente dicho que se ve la necesidad de implementar una economía social centrada en el trabajo y no en el capital, un sistema de relaciones de producción, distribución y consumo orientado por la satisfacción de las necesidades de todos democráticamente y que garantice la estabilidad económica de sus integrantes, sin privilegiar sectores, como se ha evidenciado y que tanto ha perjudicado a la clase obrera.
Esta nueva visión abre un nuevo panorama dentro de la llamada precarización del trabajo, ya que está fundamentada mediante los valores tradicionales de nuestros pueblos y en una ética universal de lo humano, pues “está centrada en la integración de todos los trabajadores y trabajadoras al conocimiento y la creación colectiva, privilegiando formas asociadas, cooperativas y solidarias. Los intercambios se realizan en mercados solidarios, regulados, de modo de lograr precios justos y no explotación” (Gonzáles Butrón M, Economía social para la vida. p5)




REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS:
Mejía Jiménes M, Educaion(es) en la(s) globalizacion(es).
Gonzáles Butrón M, Economía social para la vida.



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