En
este mundo sobra gente. Cuando hay 6000 millones de personas, ósea un 6 con
nueve ceros a la derecha, uno es un cero a la izquierda (…) Nadie tiene el
derecho de imponerle a otro la existencia, la carga de la vida. Cuando un hombre
y una mujer copulan para producir un hijo están cometiendo el crimen máximo. Fernando Vallejo, diálogo de cierre en el
documental de Luis Ospina.
Ahí
va, y ahí viene, la entelequia de dos patas, el simio involucionado, va
caminando mientras canta un himno, va atragantándose de alimento y la asfixia
le impide pensar.
La
lucha de clases, de género, de poderes, se puede reducir a una simple y quizá
parcial explicación, aunque no por ello falsa; ‘El hombre nace malo, y la
sociedad lo empeora’.
Y
al final de los finales, no habrá nada que no sea devorado por el olvido, y al
final de los finales el tiempo correrá y el cosmos seguirá latiendo.
‘La
institución fundamental es la familia, el centro de la sociedad, los valores
son inculcados por los padres en los hijos, y cada hijo es una bendición’.
Falso, embustes, patrañas. El niño es perverso por naturaleza, y la función que
le corresponde a un padre una vez cometida la errata es la de hacerlo menos
malo, menos dañino, más dócil, la de enseñarle a devorar menos gallinas y más
libros, la de hacerlo menos perverso, con la esperanza de que una chispita
reluzca en medio de tanto escombro.
-¡Ay
que lindo!, el niño empezó a hablar, ¡dijo mamá!
¡¿Y
qué?! Como si no hubiera otro montón de esos, a cada segundo, repitiendo las
mismas silabas insensatas, ‘ma- má, pa-pá, ma-má…`.
Cada
hombre, cada mujer y niño, lucha, desde que tiene conciencia por su propio
beneficio, ‘no hay almuerzo gratis decía Friedman’, pues yo digo que no hay
diatriba gratis, el individuo se comporta en sociedad para ganar, para sacar un
trozo del pastel, y ocho de cada diez palabras que pronuncia son dichas
buscando el beneficio propio, dictadas por el egoísmo genético, y las dos
restantes las dice motivado por la ineptitud innata, movido por el miedo, por
un amasijo de ilusiones inútiles, huecas.
Y
ahí va también, el padre simio involucionado, enseñándole al hijo que dos más
dos son cuatro y tres por dos son seis, adoctrinándolo en el arte del fracaso,
pues lo adiestra, para que sepa que puede y que no puede hacer, para que
continúe una eterna búsqueda por el oasis inalcanzable. El padre simio
involucionado, impulsado por el individualismo necio, creyendo que sus hijos
son el legado que deja a la posteridad, el regalo último para el mundo. ¡Ja!,
que obsequio tan valioso, de más provecho sería una canoa en mitad del desierto.
El
simio involucionado es malo; patea perros, bota basura, hace escándalo, devora
carne, kilos y más kilos de carne, se casa, mata grillos, le tiene repulsión a
las ratas, que dizque porque son sucias, pero el simio no, él es muy limpio, va
de compras los fines de semana y se arrellana en el sillón en las tardes, pide
subsidios y pensiones, pone tutelas, y si no le responden hace berrinche.
El
simio involucionado es farsante, besa los zapatos de los que cree están arriba
y escupe a los que piensa que están abajo, y una vez que los que están arriba
pasan a estar abajo, empieza a escupir a los nuevos de abajo y a besar los
zapatos de los que ahora están arriba.
Nunca
se muestra tal y como es, en su entereza, sino que se deja ver en contados
aspectos, unos para el rol de padre, otro para el rol de trabajador, y otro
para el rol de paseante despreocupado. Grita contra el capitalismo y se va a la
tienda por un par de cervezas, quiere ser el mejor pintor pero no pinta, quiere
ser estar en forma pero se tira a dormir horas y horas, quiere ser novedoso
pero no se construye, no trata de hacerse a sí mismo. Se lamenta con las
tragedias pero no ayuda, marca con una etiqueta a los malos y a los buenos,
dejándose para el mejor puesto, el de juez intocable.
El
simio involucionado aparenta ser una muralla, pero no lo es, tiene un sitio de
quiebre, un punto de inflexión, un límite de presión en donde todas sus
máscaras caerían al suelo, dejando poco más que un infante asustado, un amasijo
de convicciones vanas, que ya han caducado.
Y
por supuesto, la verdad sea dicha, él que aquí escribe, también en un simio, y
por esto y por lo de más atrás, cuento los días, sin añorar el final, para
llegar lo más éticamente posible, a la paz de la nada.
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ResponderBorrarHola, buenos días.
ResponderBorrarMe impresiona la habilidad que tienes para escribir; enfatizándonos en tu texto es válido afirmar que el hombre solo se hace partícipe de algún ciclo de la sociedad para poder sobrevivir, sentirse parte de algo o en otras palabras una pieza importante dentro del sistema, el filósofo Hobbes fué quien planteó un concepto acerca de la maldad del ser humano, el estado natural de él se centra en lo malo, sin embargo Rousseau pensaba algo distinto que el "ser es bueno por naturaleza" ¿es en serio? es una falsa utopía, analicemos, ¿se podría considerar bueno a un individuo que adopta un pensamiento o régimen capitalista donde gobierna el bien propio, donde su prioridad es la acumulación de riquezas y en donde se aplica el concepto de "entre más tenga mucho mejor"? Si fuera bueno, no estaríamos efectuando aquellas situaciones de pobreza, muertes, masacres, guerras...El hombre es un ser fluctuante, que a pesar de que posee uso de razón, no tiene la capacidad para poder dominarse.
ResponderBorrarHola
Considerar que está en la naturaleza del ser humano el ser bueno o malo es muy subjetivo, pues como yo lo veo, un(a) niño(a) nace sin concepción alguna de lo que moralmente significan estas dos nociones, pues en sí, se rigen por el más simple instinto de curiosidad, el cual considero que si está arraigado en nuestra naturaleza; es en el transcurrir de su crecimiento cuanto va entendiendo verdaderamente que significa ser bueno o malo, como cuando la madre o el padre de un bebé le insinúan sonrientemente que decir la palabra mamá está bien, por esta razón nadie le va a decir a su hijo (aunque casos habrán, nunca se sabe con certeza) que su primera palabra sea violador o asesino, porque somos nosotros quienes ya tenemos definido que palabras van encasilladas en cada concepto de bien y mal, e inconscientemente lo vamos acondicionando para que el también entienda estos conceptos.
Por último, no estoy de acuerdo con tu término de “simio involucionado”, pues a pesar de que en teoría si descendemos de los primates, es un hecho el que sí somos más evolucionados que ellos (en cuanto al cerebro se refiere) que a las personas no les guste por como utilizamos nuestra inteligencia para destruir el planeta, es diferente.
Que si el ser humano es bueno o malo no creo que sea la discusión verdaderamente importante, mas bien creería que el debate profundo debe enfocarse en la forma de vivir la vida, ya que el enfrascarse en decir que pudo ser, pero no es; es una de las perdidas mas grandes de nuestro tiempo, creo que hoy por hoy los individuos ( en eso estoy de acuerdo con Marx) no deben vivir en el recitamiento de realidad, sino que su verdadero fundamento de verdad y pasión debe ser el cambio de los destinos del mundo, transformar la realidad. Las ideas que solo sirven para la ofuscación o el ego no son mas que banales ideas inconclusas e inútiles para los fines de la vida o la muerte, ya que aquellos que no son capaces de ofrecer alternativas, ni siquiera tienen la oportunidad de morir, sino que viven en un infierno de repudio, pero como hecho particular también de megalomanía.
ResponderBorrarSera que la vida es un castigo, acaso entonces sera mejor la nada, pero tal cosa no es lo mismo, lucha de destinos, encuentro de perdedores y ganadores.
Y mi fundamento para decir que el ser humano no es bueno ni malo es porque defiendo una interdependencia histórica e interpersonal, la libertad es lo que haces con lo que te han hecho, decía Sartre, somos una consecuencia de un mundo que nos ha desnaturalizado, afirmando que nos esta volviendo buenos, es por eso que discrepo con la afirmación de tu texto en la que se dice que el padre enseña al niño a devorar libros para calmar un poco a la bestia, la verdad es que lo hace una bestia incapaz de ser natural, incapaz de sentir los valores de una vida que debe ser felicidad.
Adam Smith llevo a cabo el sueño socialista en una villa construida por ciertas personas, y esto lo digo para demostrar que cuando el ser humano no se desnaturaliza de un modo tan generalizado, como lo hace la educación con sus estúpidas notas y el trabajo con sus salarios. - En tal villa la gente viva de una forma tan pacifica y absorta en la sublimidad, que su perdición fue la falta de productividad para lo mundano que exige la civilización humana, llevando entonces a las personas a encontrar que su perdición fue aprender a ser buenos.
Que tal si en vez de dedicarnos a desfachetar de nuestra raza enseñáramos a ser buenos y nuestra perdición fuera el amor, para muchos puede ser una locura y es por eso que el mal es el creador de la virtud y el enemigo de los defectos...