martes, 19 de abril de 2016

ACOSTUMBRADOS A UN CÍRCULO VICIOSO


“Todo el mundo depende del mercado más que de sus capacidades productivas para suplir las necesidades de la vida.” Una contextualización breve para introducirte en el apartado que trataré en este texto.
El economista tiene como objetivo mantener el equilibrio en el mercado o por lo menos llegar a lo más cercano a esto. El mercado es el resultado de la interacción entre oferta y demanda, este ámbito de la economía toma fuerza a lo largo y en el transcurso de la segunda ola con la aparición de los productos manufacturados y la necesidad de cumplir con las obligaciones de un sistema capitalista “despiadado”. Durante la segunda ola con la aparición o gran reinado –por decirlo de una manera- de la economía monetaria sobre los procesos productivos, de compra y de venta para satisfacer necesidades físicas y básicas o deseos para satisfacer necesidades sociales, la repartición de estos bienes y transacciones debían tomar un lugar y tener un proceso determinado, el mercado.
El mercado es el conjunto de condiciones y relaciones que hacen posible el intercambio de productos o, como lo diría Adam Smith: es aquel lugar donde los individuos llevados por su propio interés, impulsaran el interés de los demás y acrecientan la riqueza de la sociedad donde el libre mercado juega un papel importante y los precios y la puja de los compradores y vendedores sirven de guía para la toma de decisiones sobre qué producir, cómo y para quién. Para intercambiar, los productores deben especializarse en la producción de ciertos bienes y adquirir otros en el mercado, además, se requiere que la persona sea propietaria de los bienes que lleva al mercado. Como habíamos dicho anteriormente, el mercado está determinado por la relación entre oferta y demanda que, en la segunda ola lo entendemos como producción y consumo respectivamente. En teoría, el mercado ideal sería aquel en donde la oferta sea igual a la demanda o viceversa, como se quiera ver.
Me imagino que te estarás preguntando: Bueno, pero de qué va éste colega, ¿cuál es su objetivo al mostrar algo tan básico como el mercado si está repitiendo algo que ya todos sabemos? Pues bien, la verdad es que es mejor sentar las bases para que los textos sean más fáciles de entender y la intención del autor sea más clara. Además un poco de repaso no viene mal, ¿vale? Mi objetivo es que reflexionemos sobre la faceta que tiene el prosumidor y consumidor dentro de la economía capitalista.
En este orden de ideas, sigo la corriente del texto hasta detenerme en 1980, año en el que el autor del libro “La tercera ola” -muy conocido para nosotros-, adoptó el termino prosumidor que nace en un contexto bastante particular – muy propio de la tercera ola la verdad- en el cual; la producción de nuevos bienes va destinada a incentivar el consumo, más que a satisfacer necesidades. Un prosumidor no tiene fines lucrativos, sólo participa en un mundo digital de intercambio de información, el prosumidor juega un papel crucial en la toma de decisiones empresarias, de producción o comercialización de bienes y servicios, ya que se convierte en un generador de contenidos, creador de ideas y opiniones que ejercen influencia a la comunidad de compradores de una marca o un producto. Gracias al prosumidor los productos se vuelven cada vez más personalizados y comparten intereses en común (un ejemplo puede ser al momento de sacar un nuevo sabor de papas fritas). Los usuarios suben información y son consumidores de ella misma, influyendo de manera directa o indirecta sobre los mercados, es evidente que esta tendencia de producir y consumir, se debe al contexto digital en que vivimos, donde el desarrollo de la tecnología, aplicada a las redes de comunicación, permite tener mayor acceso a cualquier tipo de información, sin que las barreras geográficas sean un impedimento. Concluimos que los prosumidores son aquellos que toman la “producción en masa” y la llevan hasta transformarla en “personalización en masa” (producción a gran escala de productos personalizados) tomando cada vez mayor parte en los procesos de producción gracias a  sus opiniones. Son las personas que consumen lo que ellas mismas producen.
A diferencia del anterior, el consumidor común es más “normalito”, es el típico individuo que simplemente demanda bienes y servicios los usa y los desecha cuando ya ha satisfecho sus necesidades.
Bien, ahora que tenemos datos y bases teóricas podemos hacernos muchas preguntas, pero la verdad es que tengo una que me parece interesante: si estamos dentro de un sistema en el que producimos información para productos que luego tenemos que comprar y hasta en altos precios, ¿será el capitalismo un modo de producción medio torpe que genera en nosotros un círculo vicioso de trabajo-compra-venta con el único fin de crear acumulación de capital en unos pocos? Si la respuesta es afirmativa será mejor plantearnos la vuelta a modos de producción socialistas, qué miedo eso. Ahora, si somos tan capaces de influir en los mercados y las decisiones que en ellos se toman ¿no somos capaces de transformar el modelo capitalista actual a uno mejor?  Y si es así, ¿por qué no se ha hecho? ¿Será tan difícil salir del círculo anteriormente nombrado? ¿Qué nos hace falta? ¿Cuál es nuestro papel en esta sociedad? ¿Estará la tarea de los economistas toda la vida centrada a mantener el equilibrio en el mercado y la del resto de civiles destinada a mantener con vida este? ¿Será el mercado la cadena que ciega para el cambio?
#AReflexionar

Adrián Jiménez

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