martes, 19 de abril de 2016

Cosificación


La creación de las instituciones represoras en el industrialismo y el fortalecimiento de las ya existentes (en especial la iglesia católica, refiriéndome a occidente) han sido un método eficaz para la cosificación del humano a la máxima expresión. Si bien el hombre en el esclavismo fue considerado un objeto, en el industrialismo se cataliza esta situación con las instituciones donde se concentra a individuos para trabajar la premisa de humanos maleables y transformables.
En la actualidad hay vestigios amplios de esas instituciones que perpetúan el acotamiento de límites y direccionamiento del pensamiento y el actuar de las personas de forma sistemática. Todo está diseñado para guiar y moldear al humano bajo intereses de distinta índole: las propagandas televisivas, la radio, la publicidad en internet, el sistema educativo, las sectas religiosas. Todo desea acondicionar de forma sistemática el comportamiento del humano, tratando de homogeneizar su comportamiento con el objetivo de ejercer un control más eficiente y profundo sobre la masa homogénea.
Cuando está preparada la masa se trabaja sobre ella de forma más fácil, dándole la forma que se desee. La masa también hace las veces de un rebaño de ovejas pues se les guía hacia donde se desea sin escuchar rechistar alguno, o si se escucha se toman las medidas pertinentes para retornar la calma del silencio. Humanos-cosas que compran y pueden ser comprados, humanos solitarios que alardean de su independencia de responsabilidades con familias pero que ignora su dependencia del sistema de consumo.
 Lo que no se acople a la masa o al rebaño tiene zonas para disidentes: la cárcel, o un pedacito de lote en un cementerio, cuando son encontrados los cuerpos inertes. Los que no tienen acceso a obtener un poder adquisitivo que contribuya a la circulación del mercado se verán marginados a las periferias de la ciudad o al campo confinados en lugares indignos para un ser humano. Esto gracias a las instituciones de represión y homogeneidad han hecho su trabajo satisfactoriamente, pues en el proceso de moldeo se imprime en cada individuo el sello del egoísmo, sello que se revela en la mirada desdeñosa del sujeto que va en un vehículo particular propulsado por motor hacia el conductor de una carreterilla de tracción animal.
Nos hemos vuelto cosas inertes que hacemos con gran esfuerzo el gesto de pensar por sí mismo, pues nuestros criterios son netamente influenciados.  La gran mayoría de personas pensamos, actuamos, deseamos de idéntica forma, es como ver la actitud de un ejército de fuerzas armadas, o la marcha de un escuadrón de soldados de madera.






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