Angie karine Cifuentes
En el transcurso de la historia de la humanidad se han
presentados cambios y revoluciones muy importantes para el avance de la
sociedad, unos con más importancia que otros, pero sin duda la revolución
francesa y la revolución industrial son las pioneras del desarrollo y el
crecimiento económico donde encuentra su génesis el modelo capitalista. Para
poder adentrarnos más en el análisis de
tal modelo económico es indispensable ver al capitalismo como algo más
que una simple relación de producción y consumo, oferta y demanda, como algo
más que una relación de mercado. Es necesario ampliar nuestra visión en lo que
concierne al análisis y las consecuencias que trae consigo la supremacía
del modelo capitalista.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el capitalismo
se reinventa, se transforma, para poder
dar solución a las diversas inconsistencia o crisis que como tal puedan surgir.
Contextualizando con las premisas que propone Toffler en su libro la tercera
ola podemos decir que el capitalismo se adapta al cambio de oleaje, es decir
tanto en la segunda y la tercera ola el capitalismo encontrara la manera de
sobrevivir sin importar las transformaciones que se realicen dentro de la
sociedad. Quizás esta sea la razón más
importante por la cual ante los ojos de muchos ilustrados y eruditos de la
materia pensar en un cambio de modelo
económico generado por la falta
de respuesta del modelo a las necesidades y exigencia de la sociedad es casi inimaginable. Ya nuestra naturaleza
humana ha adaptado el sistema como algo
necesario y quizás irreemplazable donde el consumismo es la camino para llegar
a ese fin que como seres superiores debemos alcanzar, la felicidad
es tal vez la meta por excelencia de todo los seres humanos pero hemos
adaptado este término a cuestiones materiales, a medición por cantidades
acumuladas, a marcas estándares y ostentosidad. Hemos hecho del dinero un dios, de las mercancías un ser supremo, del
capitalismo una religión donde su único profeta es el egoísmo. Es esta forma de
ver las mercancías como una pseudo-teología la que ha podido en cierta medida
sostener el modelo económico, la consecuencia más grave de mantener esta visión
de las mercancía es quizás la falsa conciencia que se crea, como lo hace
cualquier otra ideología cuando recae en ella el dogmatismo, que limita nuestra
visión, destruye nuestra esencia humana,
destruye nuestra sensibilidad ante los sucesos del exterior, pero lo más
importante es que esta falsa conciencia
que nace cuando adoptamos el idealismo material no nos dejar ver con claridad
las falencias que existen dentro de las relación sociales y dentro de las
relaciones de producción.
El capitalismo es mucho más que mercado, el capitalismo es un
estilo de vida que impone en la sociedad un sometimiento mental, es un mundo utópico de equilibrios
inexistentes.
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