La vida es un cuento contado por
un idiota, lleno de ruido y de furia que no tiene ningún sentido. W. Shakespeare
La historia ha retratado hechos que dieron lugar a
cambios de gran magnitud, la historia nos muestra por medio de sus páginas
polvorientas que podemos ser libres, y también esclavos.
Debe haber algo especial en el nacimiento de cada uno
de nosotros, pues se nos ha dicho que tenemos un norte, un destino, un fin que
cumplir. Algunos nos hemos sentado ocasionalmente, en las bancas de cualquier
iglesia, de cualquier esquina, y hemos escuchado el sermón general de la
palabra, percatándonos por momentos, de que nuestra atención se dispersa, cual
niño en dulcería, y en ocasiones como esta, empezamos a divagar en medio de universos
impensados, de realidades alternas, de mapas de viaje no descubiertos. Pero, ¿qué
pasaría si llegáramos a entender, a fuerza de tozudez o por mera casualidad,
que no somos tan elementales como nos creíamos?, ¿que el reloj del tiempo y el
inmenso mar del universo pueden seguir su cauce sin nosotros?, qué tal sería,
si nos encontráramos una tarde, cara a cara con la verdad, de que para los
únicos a quienes les es indispensable nuestra vida, es para nosotros mismos.
Piense y repiense por un momento, tan amplio como su
criterio, esta pregunta, ¿tiene algún valor, alguna razón de ser, sentarse en
un salón de clases, a escuchar verdades reveladas, si en unos cuantos meses le
diagnosticaran cáncer? ¿Qué ocurriría entonces con todos sus metas?, con los deseos
del carro lujoso, la casa grande y el traje caro, con la buena ilusión del
sueño americano, ese que le habían vendido y empaquetado, prometiendo entregárselo
para que usted lo comiera al final del camino. Todos aquellos ensueños
pendientes se transformarían en poco más que smog, terminarían por valer lo que
vale un anillo de oro en un naufragio, nada.
Nos levantamos cada día, con la plena seguridad de que
no será el último, de que nos quedan tantos años como dientes al tiburón. Y es
de esta guisa, que nos duchamos, vestimos, comemos, salimos al trabajo, con los
zapatos bien lustrados y la sonrisa para el jefe pegada en el rostro, pensando
de camino, en la tan ansiada prima del mes siguiente, con el desasosiego de un
adicto a la morfina. Pero no se preocupe, no se aflija, que ya hemos llegado al
paraíso, hemos pasado por el lobby, y una vez instalados a nuestras anchas en
el espaciosísimo cubículo, llevamos los dedos al ordenador, y entre un poco de
esto, y otro poco de aquello, se nos pasan las horas, mientras obramos una
labor importantísima para el mundo. Ya de camino a casa, pensamos en las
cuentas pendientes, en verde crema o beige para la pintura de los cuartos,
mientras que, de paso, vamos matando dos pájaros de un solo tiro pesando en el
color de corbata del día siguiente.
Así poco a
poco, se nos va pasando la vida, mientras el reloj de arena sigue corriendo, viéndonos
ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, cual mariposa monarca,
migrando a cortísimo plazo, pero sin el esplendor ni belleza.
Caminando iremos, al ritmo de una vida que nos
devorara sin reparos, caminando por las calles de una ciudad oscura y errante,
en medio de una niebla gris. Llegaremos a reconocer entonces, de que la brújula
que nos guiaba, nos ha conducido a darle vueltas y vueltas a la misma manzana.
Nos despertaremos, ya al final de la vida, en el mismo
lugar donde empezamos, solo que, ahora, mucho más torpes, mucho más obsoletos, demasiado
viejos para comenzar de nuevo.
Jorge
Luis Rivadeneira Daza
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ResponderBorrarBuenas noches.
ResponderBorrarMuy interesante tu texto Jorge, es realmente sorprendente como nos mentalizamos unas metas e ideales y nos sumergimos en ellos totalmente, sin estimar el tiempo que se nos va de las manos, sin darnos cuenta que cada día estamos muriendo y que cada vez valemos menos para el sistema en el cual nos desenvolvemos. Nos volvemos una maquina programada, cumplimos con trabajos repetitivos y cumplimos la rutina establecida, esperando llegar algún día a nuestra grandiosa meta, esperando tener más tiempo para cumplirla, sin saber si al día siguiente o al mismo instante vamos a fenecer. Tiempo perdido mientras pretendemos alcanzar el arcoíris.
En cuanto al propósito de cada ser viviente en este planeta, creo estar en acuerdo con la mayoría de quienes piensen que lo único que buscamos es ser felices. Felicidad que no se torna nada rosa, una felicidad llena de obstáculos, llena de retos, una felicidad llena de recompensas a largo plazo. Nos vemos destinados a sacrificar grandes cosas en busca de un bien propio, gastando nuestro años mas preciados, años que por mas riquezas que logremos acumular jamas volverán y como lo menciona nuestro compañero el reloj no se detiene pero esta es nuestra naturaleza la cual estamos destinados a vivir.
ResponderBorrarBuen día.
BorrarPero buscamos ser "felices", cosa que nunca vamos a lograr plenamente, la felicidad es demasiado efímera como para estar siempre detrás de ella, tratando de alcanzarla, sin tener en cuenta qué es lo que tomas como ser felices, mi felicidad puede estar vinculada a la culminación de un libro, comer, dormir, etc.
Me parece muy interesante tu texto, la mayoría de personas se mentalizan que una verdadera ataraxía se logra cuando cumplan todo lo que se han propuesto a futuro, encerrándose en una burbuja que da vueltas y vueltas de momentos monótonos y grises para que se haga realidad tal fin, y cuando se lo logra se vuelven a sumergir a otra burbuja con otro determinado fin y así sucesivamente... hasta que se dan cuenta que han desaprovechado la mayoría de sus días, pierden gran parte del tiempo luchando por un solo día, un solo momento y una sola cosa; en lugar de haber hecho lo contrario.
ResponderBorrarPD: Fue uno de los textos que más me llamo la atención.
Borrar(…) Deberíamos considerar perdidos los días en que no hemos bailado al menos una vez y debemos llamar cada verdad falsa que no fue acompañado por al menos una sonrisa. Friedrich Nietzsche.
ResponderBorrarPretender que la vida siempre resulte inocua seria una autentica utopía, sin embargo a la vida se le debe nutrir y enaltecer, es lo mínimo que se deberia hacer, puesto que la vida lo constituye todo, es la cuna donde se teje todas las realidades, sin ella no existiría la muerte, la fantasía, la creación o la destrucción. Debemos de tener una meta clara pero no por ello olvidarnos de sentir el camino, pues, la vida es efímera y además parecida como un lienzo insípido, depende de cada sujeto como desee pintarlo y así darle el valor que crea merecer.