El propósito de este ensayo es comprender los cambios en el sistema económico
payanés, resaltando los sistemas económicos y las transformaciones que se dieron en ellos;
por ejemplo, en los materiales utilizados, las formas de intercambio y los hechos históricos que
marcaron un antes y un después en la economía de Popayán a lo largo del tiempo. El análisis
se realiza partiendo del sistema económico precolombino hasta llegar al que se maneja en la
actualidad en la ciudad.
Antes de la llegada de los españoles, quienes habitaban y organizaban estas tierras
eran comunidades indígenas como los Pubes, Yanaconas, Guámbianos (Misak), Coconucos,
Totoroes y pueblos vecinos como los Nasa. Estas comunidades tenían un sistema económico
basado principalmente en el uso de la tierra como medio de producción, cultivando maíz, fríjol,
papa, yuca, arracacha, ají y calabaza. El trabajo se realizaba de forma colectiva y se apoyaba
en sistemas de rotación de cultivos, especialmente en terrazas de zonas montañosas. Esta
actividad agrícola se complementaba con la pesca, realizada en quebradas y ríos mediante
trampas y redes; con la caza de animales pequeños como venados, aves y roedores; y con la
recolección de frutos silvestres.
Aunque estas comunidades conocían y utilizaban el oro, no existía una moneda
establecida, por lo que el intercambio de productos se realizaba a través del trueque. De esta
manera, los pueblos de tierra fría intercambiaban productos como papa y tubérculos con los
pueblos de tierra caliente, que aportaban maíz, frutas y hojas de coca. Es importante resaltar
que nunca se centraron en la acumulación de riqueza individual, ya que predominaba una
mentalidad colectiva. Una muestra de ello era la práctica de la minga, que consistía en jornadas
de trabajo comunitario para labores agrícolas o de beneficio común.
Además de la producción agrícola, estas comunidades se caracterizaban por una
notable actividad artesanal, elaborando cerámica, tejidos de algodón, objetos en piedra y
piezas de orfebrería en oro. Dichas artesanías no solo cumplían funciones prácticas, sino que
también tenían un profundo valor simbólico y espiritual dentro de sus cosmovisiones. La
economía, en este sentido, no podía separarse de sus creencias, ya que la relación con la
naturaleza era considerada sagrada y las prácticas productivas se realizaban con un sentido de
respeto hacia la tierra.
La organización social y política se estructuraba en cacicazgos, en los que el cacique
cumplía funciones de liderazgo político, religioso y militar. Este sistema garantizaba el orden
social y económico, reforzando la importancia de la comunidad sobre el individuo.
Sin embargo, con la llegada de los españoles en el siglo XVI, este sistema económico
se transformó de manera drástica. La conquista impuso tributos, instauró la encomienda y
explotó intensamente los recursos naturales, sobre todo el oro, que fue enviado a la Corona
española. Los indígenas fueron utilizados como mano de obra en haciendas y minas, lo que
significó una ruptura con la organización colectiva y solidaria que habían tenido anteriormente.
De esta manera, se inició un proceso de cambio profundo en la economía regional, marcando
un tránsito desde las formas comunitarias de producción hacia un sistema colonial
dependiente, basado en la explotación y en el control externo de los recursos.
Luego llegaría el modelo colonial en el año 1537, cuando fue fundada la ciudad de
Popayán por Sebastián de Belalcázar. En este periodo todo cambió en el sistema económico
debido a la llegada de los españoles, quienes impusieron un modelo muy distinto al de las
comunidades indígenas. Se pasó de la cooperación y el trabajo colectivo al sistema de
esclavización y explotación, lo que se consolidó entre 1550 y los siglos posteriores. La base de
este modelo fue la minería y el trabajo forzado de esclavos indígenas y africanos, principalmente en las minas de Barbacoas y en el Chocó, lo que convirtió a Popayán en una de
las ciudades más ricas del Virreinato de la Nueva Granada.
En 1758 se creó la Casa de la Moneda, institución que reforzó el modelo extractivo y
esclavista, pues allí se almacenaba y centralizaba el oro de la región. Sin embargo, con la
independencia y la abolición de la esclavitud en 1851, surgió un nuevo modelo económico
denominado agro-hacendario, basado en grandes haciendas dedicadas a cultivos como la
caña, el café, el tabaco y la ganadería. Por primera vez se introdujo la mano de obra
asalariada, aunque persistieron problemas sociales debido a la exclusión de comunidades
indígenas y afrodescendientes. Este sistema fue dominado por la élite payanesa durante gran
parte del siglo XIX, pero perdió competitividad frente a otras ciudades como Cali y Medellín,
que comenzaron a consolidarse como polos económicos más dinámicos.
Posteriormente apareció el modelo liberal-comercial y de servicios, comprendido entre
finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. Este se basó en un comercio interregional que,
aunque más débil que el de otras ciudades, permitió a Popayán vincularse al mercado nacional
mediante productos como el café y el ganado. Durante este periodo también se presentaron
avances en la educación, especialmente con la fundación de la Universidad del Cauca en 1827,
institución clave en la formación de élites políticas e intelectuales. No obstante, la inestabilidad
política, las guerras civiles del siglo XIX —como la Guerra de los Supremos (1839-1842), la
Guerra del Cauca (1860-1863), las guerras de 1851, 1854, 1859-1862, 1876, 1884-1885, 1895
y la Guerra de los Mil Días (1899-1902)—, así como desastres naturales como los terremotos,
debilitaron el proyecto de consolidar a Popayán como una región capitalista fuerte.
En la segunda mitad del siglo XX emergió un modelo de reconstrucción y economía
mixta, especialmente tras el devastador terremoto de 1983, que marcó un hito en la historia
económica de la ciudad. La catástrofe obligó a fuertes inversiones públicas para la restauración
del patrimonio y los servicios básicos. A partir de este momento, se fortaleció el sector terciario,
con un papel central del comercio, el transporte y la administración pública. La agricultura y la
pequeña industria siguieron siendo importantes, pero subordinadas a un modelo más
dependiente de las transferencias estatales y del sector educativo, ya que Popayán se
consolidó como ciudad universitaria. El consumo generado por la población estudiantil se
convirtió en un factor decisivo para mantener la economía local.
En la actualidad, se desarrolla un modelo denominado economía cultural y de servicios,
también conocido como economía naranja, que encuentra en el turismo y la cultura su mayor
fuente de sostenibilidad. Un hecho fundamental en este modelo es la Semana Santa, declarada
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009, la cual atrae a miles de
turistas cada año y dinamiza la economía local. A esto se suma la expansión del sector
educativo y universitario, que continúa generando población flotante y consumo, así como el
apoyo a actividades agrícolas, que, aunque no destacan a nivel nacional, siguen teniendo
relevancia regional. Este modelo busca además atender problemáticas sociales históricas
como la desigualdad, la pobreza y la violencia, muchas veces ligadas a la presencia de grupos
armados en el Cauca.
En conclusión, a lo largo de la historia de Popayán se observa una transición de
sistemas económicos: desde la agricultura y el trueque en tiempos precolombinos, pasando por
la explotación minera y esclavista en la época colonial, hasta llegar a los modelos agro-
hacendarios, comerciales, de servicios y, finalmente, al actual sistema de economía cultural.
Aunque la esclavitud desapareció legalmente, las desigualdades sociales hacia comunidades
afrodescendientes e indígenas se mantuvieron durante siglos y aún hoy son un reto. Pese a
estas dificultades, Popayán nunca dejó de ser una ciudad con fuerte arraigo en la agricultura y,
con el tiempo, supo integrar elementos de su pasado —como la minería, la cultura y la
producción agrícola— a nuevas formas de economía que continúan definiendo su identidad
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